Declaración de Lisboa

CASTELLANO (Aprobada en Cumbre de Lisboa el 1 de octubre de 2016)

Los ibéricos, como pioneros de la globalización y el mestizaje, estamos llamados a liderar un mundo de futuro incierto donde vuelven a levantarse fronteras y se profundiza la crisis de valores. Vivimos en una península, al sur de la cordillera de los Pirineos y en la parte más occidental de Europa, cuya frontera sur está a 14 kilómetros de África donde se encuentran las aguas del mar Mediterráneo y el océano Atlántico. Encuentro donde se forja nuestro “espíritu ibérico” en palabras de Fernando Pessoa. La civilización ibérica, fruto del cruce de varias otras anteriores, fue la primera de las europeas en explorar tierras desconocidas, difundiendo nuestras culturas y nuestras lenguas a lo largo del mundo.

El portugués y el español son las dos únicas grandes lenguas recíprocamente comprensibles. Nuestra patria está compuesta por 750 millones de iberófonos, resultado de sumar 500 millones de hipanoparlantes a los 250 millones de lusófonos. Queremos que el “Mundo Ibérico” tenga el peso político que le corresponde, ni más ni menos.

El movimiento iberista, también llamado iberismo político, es una tradición política hispano-lusa que tiene más de dos siglos de existencia, y que, deliberadamente, se nos ha sido ocultada. Durante el siglo XIX nace como oposición liberal y modernizadora al absolutismo español. Dado que en aquella época solía haber monarcas lusos liberales, los liberales españoles buscaban el apoyo de sus pares portugueses para articular la unificación liberal y constitucional de la Península a través de la coronación de un rey portugués. En el siglo XIX las propuestas iberistas eran mayoritarias en el seno de las corrientes políticas liberales y federales, cuyas propuestas eran modernizadoras, regeneradoras y democráticas.

En el último tercio del siglo XIX, las crisis coloniales sincronizaron los relojes generacionales (Generación 70 portuguesa y del 68 y 14 españolas), lo que constituyó el mayor intercambio cultural de la historia de ambos países y contribuyó a que el iberismo fuera visto como una forma de recuperar el liderazgo perdido, tanto de España como de Portugal, en el mundo. Se pusieron las bases de una iberidad antropológica-cultural, lo que incluiría un fértil dialogo literario y una reflexión sobre las características mestizas de la civilización ibérica, así como su tendencia al mestizaje. Esta “Iberidad” influyó en la teoría del mestizaje iberotropical, que hoy nos sirve para analizar la emigración iberoamericana, iberoafricana e iberoasiática en la península y su facilidad de integración y de creación de familias mixtas con españoles/as y portugueses/as.

El primer tercio del siglo XX el movimiento iberista tuvo un retroceso, con la excepción del iberismo catalanista lusófilo que propuso la idea “triuna” de articular una comunidad ibérica sobre los ejes de Portugal, Castilla y Cataluña. No obstante, con la entrada en vigor de la Constitución española de 1931, se logró una pequeña victoria al conseguirse el derecho automático de ciudadanía a portugueses e iberoamericanos que residieran en España, así como la opción a la nacionalidad sin perder la originaria. Posteriormente, el exilio republicano de Londres promovió un debate iberista entre un catalán, un vasco, un cántabro y un portugués, que se plasmó en el libro “Comunidad Ibérica de Naciones” (1945). Dicho debate tuvo su “repercusión en el Reino Unido, Francia y Portugal, entre publicistas y gobernantes europeos, y en Argentina, Brasil, Chile, Venezuela, México y Estados Unidos en colectividades diversas y entre hombres de Estado” según afirma la editorial.

A lo largo del siglo XIX y XX hubo ilustres iberistas portugueses y españoles, como ministros o presidentes del Gobierno, pero carecieron de la necesaria sincronía política entre ambos países para poder llevar a cabo el ideal iberista, dado que el proyecto requería de la voluntad democrática de las partes.

En los años cincuenta del siglo XX, Brasil y Portugal aceptan incluirse en un marco de cooperación iberoamericana. Todavía no son reuniones al más alto nivel, pero ya es un marco intergubernamental. En 1954 se constituye la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OIE) y la Organización Iberoamericana de la Seguridad Social (OISS). Habrá que esperar hasta 1991 para que se cree la Conferencia Iberoamericana, lo que supone un marco intergubernamental de primer nivel que incluyen cumbres anuales entre los Jefes de Estado y de Gobierno. La diplomacia portuguesa reconoció oficialmente el espacio lingüístico y cultural común de la “Comunidad Iberoamericana de Naciones”. Desde nuestros colectivos reclamamos su aplicación lógica al espacio iberoeuropeo, es decir, la articulación de la “Comunidad Ibérica de Naciones”, compuesta actualmente por Portugal, Andorra y España. Países, con intereses comunes en el seno de la Unión Europea, que comparten un mismo espacio multinacional iberófono.

A pesar de que el debate iberista todavía no ha aparecido en los medios de comunicación, ni en nuestros parlamentos, existe una clara simpatía de una mayoría de la población como así lo atestiguan numerosas encuestas en ambos países.

El día 3 de mayo de 2013 se constituyó en asociación el Movimiento Partido Ibérico en Covilhã (Portugal). Posteriormente, el 17 de diciembre de 2014, tuvo su réplica en España cuando fue inscrito en el Ministerio del Interior el Partido Ibérico Íber.

 

PARTIDO IBÉRICO ÍBER / MOVIMENTO PARTIDO IBÉRICO MPI

El Partido Ibérico Íber/Movimento Partido Ibérico se define ideológicamente como iberista y paniberista, es decir, defiende un proyecto político pan-nacional ibérico que tiene un doble objetivo:

  1. La articulación constitucional y confederal de Iberia, como Comunidad Ibérica de Naciones, compuesta actualmente por Portugal, Andorra y España. El Partido Ibérico Íber y el Movimento Partido Ibérico defienden los intereses de los ciudadanos andorranos, portugueses, españoles y de los residentes procedentes de países iberófonos. Reivindicamos un iberismo sensato, plural y solidario que gire en torno a la Declaración Universal de los Derechos humanos y el contrato social del Estado de Bienestar justo. Siguiendo la teoría aristotélica de la virtud del término medio, queremos construir un consenso mínimo del 66% en las sociedades española, portuguesa y andorrana para conseguir los cambios constitucionales necesarios para la consecución de nuestro objetivo.
  2. La articulación intergubernamental de la Iberofonía[i], como Comunidad Iberófona de Naciones (los países que hablan español y portugués). Defendemos la convergencia de la Comunidad Iberoamericana de Naciones (Hispanoamérica, Brasil, Portugal, Andorra y España), la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (Angola, Mozambique, Guinea Bissau, Guinea Ecuatorial, Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe, Timor Leste y Macao), así como de otros territorios con pasado iberófono tales como República Árabe Saharaui Democrática, Islas Filipinas, Puerto Rico o Goa, entre otros, si así lo decidiesen soberanamente.

El Partido Ibérico Íber y el Movimento Partido Ibérico son colectivos hermanos. Nos coordinamos políticamente pero cada uno ajusta su estrategia a la realidad de su país. Nuestros fundadores Paulo Gonçalves y Casimiro Sánchez Calderón son ejemplos de honradez política e intelectual, de los que nos inspiramos en nuestro día a día.

Aspiramos a convertirnos en un Partido y en un lobby al mismo tiempo. Partido, porque queremos ser una escuela de pensamiento, un laboratorio de ideas y un equipo para crear una masa crítica iberista y llevar el iberismo a las instituciones. Lobby, para influenciar en la sociedad civil y para que los partidos políticos nos copien y asuman el ideal del iberismo. Es decir, queremos condicionar la agenda política y que el nuevo iberismo del siglo XXI se convierta en una corriente ideológica transversal y hegemónica.

 

ELIMINAR DUPLICIDADES, POTENCIAR LO QUE NOS UNE

La articulación constitucional y confederal de la Comunidad Ibérica de Naciones tendrá sus fases, será voluntaria y paulatina, y podrá comenzar por cuestiones de amplio consenso que anulen el “efecto frontera”, sin mermar las soberanías nacionales, generando un “efecto ahorro” de costes administrativos y aumentando el conocimiento mutuo. Tales medidas podrían ser: la unificación de los servicios públicos, la seguridad social, el espacio radioeléctrico, organismos reguladores del mercado y bancos centrales, creación de ligas deportivas ibéricas, convalidación automática de títulos educativos, creación de materias comunes en planes de enseñanza y promoción de la enseñanza bilingüe hispano-lusa, como así se afirma en la Declaración iberoamericana de Salamanca (2005). Una segunda fase podría abordar estructuras compartidas de diplomacia ibérica en el marco de la Iberofonía, por ejemplo, un acuerdo entre el Instituto Cervantes y el Instituto Camões para el uso de la infraestructura común con la finalidad de divulgar las lenguas y culturas ibéricas, en pie de igualdad.

Tampoco queremos crear duplicidades con la Unión Europea, dado que poco sentido tendría crear una institución intergubernamental al estilo europeo, ya existente. Queremos ir más allá de lo que supone la Unión Europea. Reconociendo como un avance extraordinario el fin a las aduanas y los pasaportes en la Raya, así como la cooperación transfronteriza (euroregiones/eurociudades), lo consideramos insuficiente. Tenemos una posición crítica hacia las asimetrías comerciales y financieras de la Zona Euro donde cada vez más se profundiza la brecha entre países del sur y del norte de Europa. Somos europeístas en la medida que no sea un obstáculo para estrechar las relaciones entre los países ibéricos e iberófonos. Nuestra mirada es multipolar: es europea, mediterránea, americana, asiática y africana.

Otra posible duplicidad a evitar es entre el marco iberoamericano y la integración latinoamericana. Los iberistas nos vemos reflejados en un espejo cuando estudiamos las diferentes contribuciones teóricas y prácticas latinoamericanistas. Ambos suponen un dialogo entre la hispanofonía y la lusofonía. La creación de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) es una buena señal, pero para evitar duplicidades necesitamos que el Sistema Iberoamericano se convierta en un Sistema Iberófono, sin excepciones geográficas. Debemos coordinarnos con las emergentes comunidades iberófonas en América del Norte, así como ampararlas en sus intereses y apoyarlas en sus anhelos.

Debemos superar lo que caracterizó Unamuno como el choque entre la “arrogancia española y la suspicacia portuguesa”, ganado a pulso por guerras y falta de comunicación. Nuestro iberismo tendrá éxito en la medida que ambas actitudes desaparezcan. Rechazamos la integración de Portugal en España y defendemos que la construcción de Iberia sea obra tanto de Portugal como de España y Andorra, bajo los principios de igualdad, de no duplicidad de costes y de beneficio mutuo. Desde el iberismo, creemos que es posible un proyecto que multiplique a ambas culturas, a ambas economías y ambos idiomas en el mundo. Por otra parte, no queremos olvidar el pasado, queremos aprender de los errores para construir un futuro fraterno, próspero y justo.

 

VENTAJAS DE LA COMUNIDAD IBÉRICA DE NACIONES Y DE LA IBEROFONÍA

  • Juntos somos más fuertes y viviremos mejor.  La suma ambas economías aumentaría nuestro poder de negociación con la Comisión Europea y la Troika. Un voto con liderazgo ibérico puede tener más influencia que dos votos separados. Nos supondría ganar PIB, población y superficie.
  • Economía más eficiente. Una economía ibérica integrada nos situaría en una economía de escala mucho más eficaz y eficiente, convirtiendo a la Península Ibérica en una potencia intermedia, lista para entrar en el club del G8.
  • Una convivencia armoniosa entre pueblos ibéricos y una construcción identitaria ibérica común. Queremos proponer una solución superadora en torno al iberismo para garantizar la convivencia entre diferentes naciones de la península ibérica, reequilibrando el poder del centralismo madrileño y lisboeta en relación al eje del mediterráneo, el eje atlántico y las regiones que sufren del abandono institucional. La Comunidad Ibérica de Naciones, compuesta en la actualidad por los Estados soberanos de Portugal, España y Andorra, tendrá como idiomas oficiales sus respectivos idiomas oficiales: portugués, español y catalán. Hoy en día no existe la necesidad de centralizar toda la burocracia en un único lugar. Por tanto, puede haber ministerios y otras instituciones repartidas y compartidas a lo largo del territorio. Lo cual ayudaría a construir un espacio donde las periferias también se sientan parte y sean centro del Estado.
  • Sinergias iberófonas. Se generará un efecto multiplicador en la expansión del español y el portugués, así como del comercio. La economía de los países que hablan español representa un 10% del PIB mundial, mientras que la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa representa un 4% del mismo. Por tanto, la Iberofonía representa un 14% del PIB mundial. Además de tener un puente con los países de los BRICS a través de Brasil.

En conclusión, estamos abocados históricamente al reencuentro ibérico entre hermanos para redescubrirnos y reinventarnos juntos. Es una oportunidad de oro para demostrar que tenemos un enorme potencial para liderar juntos un nuevo paradigma de la globalización. Estamos convocados para construir Iberia y la Iberofonía. Los Ibéricos debemos tener otra vez la inteligencia y la humildad que tuvimos el 7 de junio de 1494 cuando, con el Tratado de Tordesillas, olvidamos lo que nos alejaba y escogimos lo que nos hacía grandes.

Reunidos en la ciudad de Lisboa, esta declaración política fue aprobada por El Partido Ibérico Íber y el Movimento Partido Ibérico en la Cumbre del día 1 de octubre de 2016

[i] Frigdiano Álvaro Durántez Prados es el autor del concepto de Iberofonía. (“Paniberismo e Iberofonía”, Revista Diplomacia Siglo XXI, Julio 2015)