El principio que mueve a los creadores del Partido Ibérico (Íber) es la pervivencia del Planeta que habitamos y la convivencia en armonía y respeto de todos los seres que lo pueblan entre sí y con toda la materia creada.
Como quiera que en el pasado y en el presente el hombre ha creado estructuras de poder jerarquizadas y desiguales, nuestro Partido dedicará sus mayores esfuerzos a definir las relaciones entre autoridad-libertad, libertad-igualdad, conservar-progresar, seguridad personal-futuro tecnológico, pensamiento-acción, ecología-desarrollo, individualidad-bien común, eficiencia-equidad, poder-autoridad moral, conocimiento general-especialización, público-privado, eficiencia-participación, memoria-solidaridad y unidad-fragmentación, deber y ética, entre otras.
La lucha por conseguir que la vida humana en unidad sea el primer derecho universal aceptado es uno de los afanes más larga y duramente ansiados por el hombre.
Culmina el sufrimiento del hombre con la muerte. Defenderemos la muerte digna. Propondremos una ley de testamento vital que contemple el estado de los enfermos terminales y su derecho a decidir el momento de morir.
Esa misma conciencia del límite de nuestras posibilidades nos mueve a buscar la solidaridad de los demás partidos. La situación de crisis que actualmente sufren España y Portugal exige una política reflexiva, contundente y unitaria. Por ello, propondremos, en todas las instituciones en las que obtengamos representación (ayuntamientos, diputaciones, parlamentos), gobiernos de unidad constituidos por todas las fuerzas políticas elegidas en las urnas, independientemente del programa que defiendan, a fin de conseguir un sólo proyecto, un sólo programa común para conseguir más fuerza, más eficacia y evitar la fragmentación, la debilidad y la crítica fácil y estéril de los que quedan fuera del gobierno.
También pretendemos desprofesionalizar la política, por lo que limitaremos a doce años la remuneración por actividad política a lo largo de la vida.
Reformar la financiación de los partidos políticos, el sistema electoral, que la Constitución defina claramente las relaciones entre Estado y Autonomías (o incluso la redefinición de la organización administrativa del Estado) y hacer del Senado una Cámara de representación territorial más cercana y eficaz, serán también prioridades.